jueves, 16 de junio de 2016

¿Tiene dificultad para  modificar sus hábitos alimentarios?




Por: Sandra Carvajal

El acto de comer es un fenómeno tan complejo como cotidiano, con el que se  satisface de forma inconsciente un conjunto de necesidades biológicas y psicosociales  que surgen  desde el mismo momento en que nacemos, desde  la primera relación con el pecho materno, y a lo largo de la vida se va estructurando y conformando hábitos y patrones  alimentarios.
El hombre come para satisfacer el hambre, una necesidad fisiológica instintiva. Esta no es aprendida y tampoco es   selectiva,  por tanto  cualquier alimento disponible es bienvenido para satisfacer  el hambre. También come para proporcionar los nutrientes que el organismo requiere para su crecimiento y desarrollo, para asegurar la reproducción,  para el mantenimiento y reparación de tejidos, órganos y sistemas. Pero el organismo no  expresa las necesidades, ni las preferencias en términos de nutrientes: “hola, en este momento necesito glucosa y calcio”,  tampoco dice “voy a merendar con mis amigos un complejo B”, o “tengo ansiedad de triptófano”, o “para la fiesta vamos a ofrecer omega 3 y  H2O” etc. simplemente porque no podemos detectar estos compuestos ni sus cualidades en los alimentos. Dicho de esta manera solo son sustancias comestibles, no son comida y deben ser interpretadas de forma intelectual.  Si el ser humano organizara sus comidas en función de sus necesidades biológicas, entonces la curva de prevalencia de enfermedades crónicas degenerativas sería insignificante. Pero ... resulta que comer es uno de los grandes placeres de la vida, el hombre come lo que le gusta. Las preferencias alimentarias no obedecen un mandato fisiológico.  Aunque hay una tendencia innata por el sabor dulce, y los alimentos tienen sus propias cualidades apetitivas, las preferencias  alimentarias difieren entre una y otra persona, lo que puede ser agradable para uno, no necesariamente lo es para el otro. El apetito se construye a través de la interacción con el entorno. Desde la primera experiencia con el alimento, las señales de placer se almacenan. Los recuerdos de ese placer vivido en el pasado, conducen a buscar de nuevo la recompensa, aun en ausencia de hambre. Cuando el placer es el factor dominante en la elección de lo que comemos, entonces hay un alto riesgo de que se convierta en adicción, tal cual como cualquier otra adicción, puesto que las señales bioquímicas actúan sobre los mismos receptores dopaminérgicos a nivel del hipotálamo. Además el acto de comer también  está condicionado a satisfacer necesidades psicosociales: se come por estrés,  por depresión, para celebrar, para subir la autoestima, para socializar,  como expresión de prestigio,  posición social, riqueza y poder, por costumbre… etc. porque en cada evento la comida tiene un lenguaje previamente creado. Cuando predominan los aspectos psicosociales, fácilmente se puede incurrir en transgresiones alimentarias. Así como no es saludable que la alimentación quede  librada al  instinto, a las costumbres y al placer   exclusivamente,   pues  no  siempre   éstos  podrían servir   de base  para  efectuar una  selección de los alimentos  capaces  de cubrir todas  las  exigencias   del organismo; tampoco es  bueno que la comida no produzca placer, así como tampoco es bueno desprenderse completamente de la tradición. Se debe establecer un puente entre lo uno y lo otro buscando el equilibrio.

La forma en que nuestra biología se interrelaciona con  todos estos factores, determina qué comemos, cuándo, cuánto, dónde y  traduce muchos significados.  El acto de  comer entonces es  un fenómeno biopsicosocial, comer es tan trascendente para el hombre como la vida misma y por eso cuando se trata de modificarlo tiene gran relevancia. Los hábitos alimentarios no son fáciles de  modificar, sin embargo, pueden ser reaprendidos. Uno de los primeros pasos es  desautomatizar  el proceso y hacerlo consciente: ¿realmente tengo hambre? ¿Tengo deseos de comer  específicamente esto o aquello? o es que tengo tristeza, aburrimiento, estrés, ansiedad y comer es la forma de descargar estas emociones?  ¿Qué es lo que hay detrás del impulso que me mueve a comer? ¿Estoy atendiendo las señales de saciedad?  No es necesario realizar grandes procesos mentales ni le tomará horas de introspección  para obtener la respuesta. Solo detenerse y darle su debida atención.

Alimentarse bien  no implica  morir de hambre,  ni vivir de dieta en dieta, implica más bien abrir la mente a disfrutar de un universo de posibilidades, aprender a sentir placer con el autocontrol, aprender a amarse a usted mismo. Alimentarse adecuadamente hace parte de un estilo de vida, en el que usted como  protagonista toma las mejores decisiones para su bienestar integral.