¿Tiene dificultad para modificar sus hábitos alimentarios?
Por: Sandra Carvajal
El acto de comer es un fenómeno tan
complejo como cotidiano, con el que se satisface de forma inconsciente un conjunto de
necesidades biológicas y psicosociales
que surgen desde el mismo momento
en que nacemos, desde la primera
relación con el pecho materno, y a lo largo de la vida se va estructurando y
conformando hábitos y patrones alimentarios.
El hombre come para satisfacer el
hambre, una necesidad fisiológica instintiva. Esta no es aprendida y tampoco es selectiva, por tanto
cualquier alimento disponible es bienvenido para satisfacer el hambre. También come para proporcionar
los nutrientes que el organismo requiere para su crecimiento y desarrollo, para
asegurar la reproducción, para el mantenimiento
y reparación de tejidos, órganos y sistemas. Pero el organismo no expresa las necesidades, ni las preferencias
en términos de nutrientes: “hola, en este momento necesito glucosa y calcio”, tampoco dice “voy a merendar con mis amigos un
complejo B”, o “tengo ansiedad de triptófano”, o “para la fiesta vamos a ofrecer
omega 3 y H2O” etc. simplemente
porque no podemos detectar estos compuestos ni sus cualidades en los alimentos.
Dicho de esta manera solo son sustancias comestibles, no son comida y deben ser
interpretadas de forma intelectual. Si
el ser humano organizara sus comidas en función de sus necesidades
biológicas, entonces la curva de prevalencia de enfermedades crónicas
degenerativas sería insignificante. Pero ... resulta que comer es uno de los grandes
placeres de la vida, el hombre come lo que le gusta. Las preferencias alimentarias no
obedecen un mandato fisiológico. Aunque
hay una tendencia innata por el sabor dulce, y los alimentos tienen sus propias
cualidades apetitivas, las preferencias alimentarias
difieren entre una y otra persona, lo que puede ser agradable para uno, no necesariamente
lo es para el otro. El apetito se construye a través de la interacción con el
entorno. Desde la primera experiencia con el alimento, las señales de placer se
almacenan. Los recuerdos de ese placer vivido en el pasado, conducen a buscar
de nuevo la recompensa, aun en ausencia de hambre. Cuando el placer es el factor dominante en la
elección de lo que comemos, entonces hay un alto riesgo de que se convierta en
adicción, tal cual como cualquier otra adicción, puesto que las señales bioquímicas actúan sobre los
mismos receptores dopaminérgicos a nivel del hipotálamo. Además el acto de
comer también está condicionado a
satisfacer necesidades psicosociales: se come por estrés, por depresión, para celebrar, para subir la
autoestima, para socializar, como
expresión de prestigio, posición social,
riqueza y poder, por costumbre… etc. porque en cada evento la comida tiene un
lenguaje previamente creado. Cuando predominan los aspectos psicosociales, fácilmente
se puede incurrir en transgresiones alimentarias. Así como no es saludable que la
alimentación quede librada al instinto, a las costumbres y al placer exclusivamente, pues
no siempre éstos
podrían servir de base para
efectuar una selección de los
alimentos capaces de cubrir todas las
exigencias del organismo; tampoco
es bueno que la comida no produzca
placer, así como tampoco es bueno desprenderse completamente de la tradición.
Se debe establecer un puente entre lo uno y lo otro buscando el equilibrio.
La forma en que nuestra biología
se interrelaciona con todos estos
factores, determina qué comemos, cuándo, cuánto, dónde y traduce muchos significados. El acto de
comer entonces es un fenómeno
biopsicosocial, comer es tan trascendente para el hombre como la vida misma y
por eso cuando se trata de modificarlo tiene gran relevancia. Los hábitos
alimentarios no son fáciles de modificar,
sin embargo, sí pueden ser reaprendidos. Uno de los primeros pasos es desautomatizar el proceso y hacerlo consciente: ¿realmente tengo
hambre? ¿Tengo deseos de comer específicamente
esto o aquello? o es que tengo tristeza, aburrimiento, estrés, ansiedad y comer
es la forma de descargar estas emociones? ¿Qué es lo que hay detrás del impulso que me
mueve a comer? ¿Estoy atendiendo las señales de saciedad? No es necesario realizar grandes procesos
mentales ni le tomará horas de introspección para obtener la respuesta. Solo detenerse y
darle su debida atención.
Alimentarse bien no implica morir de hambre, ni vivir de dieta en dieta, implica más bien
abrir la mente a disfrutar de un universo de posibilidades, aprender a sentir
placer con el autocontrol, aprender a amarse a usted mismo. Alimentarse
adecuadamente hace parte de un estilo de vida, en el que usted como protagonista toma las mejores decisiones para
su bienestar integral.
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